La historia de los pueblos es diversa, según el contexto histórico su devenir ha sido tumultuoso, tranquilo, violento o cualquier otro adjetivo que se nos ocurra. En el fotoensayo de hoy traigo al Blog el pueblo de Matillas, que se localiza en la provincia de Guadalajara. Pero no traigo el Matillas actual, situado al lado del río Henares y junto a la estación de tren del mismo nombre. Hoy he visitado Matillas la Vieja, es decir el pueblo original que fue abandonado por sus últimos habitantes a mediados de los años 60 del pasado siglo. Las ruinas del pueblo original de Matillas se encuentran en un altozano situado a apenas un quilómetro al sur del pueblo actual. De él ya no queda ningún edificio entero, solamente ruinas, tal vez la iglesia permanezca algo más digna, pero todo lo que hay son ruinas, piedras olvidadas de un pueblo ya deshabitado. La pregunta ahora es ¿por qué hay un nuevo pueblo de Matillas tan cerca del original? la respuesta es sencilla, la causa principal fue la modernidad, el progreso, en definitiva, la industrialización de principios del S.XX. Comencemos la historia.Matillas era un pueblo pequeño, con unas pocas casas y alguna construcción para el ganado y bodegas subterráneas, además de su flamante iglesia románica de Nuestra Señora La Blanca. Como muchos pueblos de la zona, la agricultura de secano y las ovejas constituían los principales ingresos para el pueblo, en una economía de subsistencia. Es un pueblo que se remonta a los siglos XII y XIII, en sus cercanías discurre la antigua calzada romana que unía Mérida y Zaragoza, además de la ruta de la lana, tan importante para el comercio del "oro español", todo esto denota la importancia histórica de la zona. No obstante, todo cambio el día que unos inversores, y como no, al igual que sucedió en otras partes de España -como en la Minas de Río Tinto en Huelva-, estos inversores eran ingleses. ¿Cuál era el objeto de deseo para los inversores? Fabricar cemento. Para ello se requieren varias cosas: materias primas (calizas y yesos de gran pureza), agua (para entre otras cosas producir electricidad), una vía de comunicación para poder sacar el producto y venderlo (en este caso la vía del tren), y finalmente mano de obra (la gente de los pueblos de la zona, que por aquellos años estaban poblados). Esto requisitos se cumplían en Matillas y fue el lugar elegido por Charles Clayton Ray para instalar su fábrica de cemento. Para la segunda revolución industrial, el cemento y la electricidad fueron equivalentes al hierro y el carbón para la primera, era por tanto la más pura modernidad lo que llegaba a Matillas. Este acontecimiento tuvo lugar en 1909 cuando se instaló la fabrica, bautizada como Cementos El León. En España ya había varias fábricas de cemento, en Asturias, en Zaragoza y en Cataluña, pero la de Matillas llegaría a ser una de las más importantes de Europa.Antes de la fábrica ya se producía en la zona la llamada "Cal de La Alcarria", en Matillas había una cantera de cal y 6 hornos para producir la cal. Esta infraestructura fue aprovechada por los inversores para hacer la fábrica con la ayuda de mil novecientos veintisiete obreros. Las instalaciones fueron impresionantes para la época: hospital, dos escuelas, decenas de casas para los trabajadores, canales para transportar el agua, casino, secaderos, etc. etc. La inauguración oficial fue en 1919, pero ya llevaba tiempo en funcionamiento. La fábrica pasa en unos años de un mercado provincial a una venta nacional, el negocio comienza a prosperar. Lógicamente, para estas grandes fábricas se necesita mano de obra y esta provenía de los pueblos de alrededor. Los trabajadores tenían casas que la empresa ponía a disposición de los trabajadores, con lo que poco a poco se fueron abandonando las viviendas de Matillas. Además había escuela, con lo cual los niños no tenía que subir a Matillas para ir al colegio. Todo apuntaba a lo inevitable, el Matillas original estaba condenado a desaparecer, y así fue, en 1965 se cerró la última casa, el pueblo original quedaba en silencio, ya nunca mas se escucharía la algarabía de los niños al salir de clase, ya nunca más se repetiría un baile el día de fiesta, el párroco tampoco reconfortaría las almas de sus vecinos. Matillas había muerto para dar lugar a un nuevo Matillas, moderno, próspero, con todo lo necesario.Por desgracia, el progreso terminó en los años 80, la época de las deslocalizaciones y de la concentración industrial. Las grandes corporaciones van comprando a la competencia y en este caso una empresa compró la cementera de Matillas, no con el objetivo de mejorarla, no con el objetivo de crear más empleo, no, con el objetivo de cerrarla para siempre. Se terminó, ahora a Matillas solamente le quedan unas ruinas de su pasado industrial, una estación de tren con poco tráfico, y unos paisajes tan bellos y a veces tan tristes.
Os dejo las fotos del lugar, de Matillas la Vieja y de su complejo industrial de Cemento El León.
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