Consumo desaforado de ropa: una reflexión en el confinamiento

Acabo de leer un post del Blog de Miquel Silvestre sobre el consumismo desaforado de ropa. La verdad es que las cifras son preocupantes: cada año se producen en el mundo 100.000 millones de prendas de ropa. Teniendo en cuenta que somos unos 7.700 millones de personas nos toca -en un reparto equitativo- a 13 prendas por habitante y año. Por desgracia el reparto no es equitativo, lo que quiere decir que mucha gente consume muchas más prendas al año. Por ejemplo, los españoles consumimos 34 prendas por habitante (datos de 2017) y producimos 14 kilos anuales por habitante en ropa desechada. Estas cifras asustan y deberían hacernos pensar en algo durante estos días de "arresto domiciliario" ¿de verdad necesitamos 34 prendas nuevas cada año y tirar 14 kilos de ellas a la basura? Yo he reflexionado sobre la ropa que uso y normalmente la uso hasta que ya no aguanta, y cuando ya no aguanta la uso para trabajos en el jardín, camisetas viejas para salir a correr, trapos para limpiar, etc. con todo seguro que podría utilizar menos ropa.
Una matraca parecida ocurre con el consumo de coches, no es raro el telediario (de antes de la distopía) en el que se nos hablaba de lo envejecido de nuestro parque móvil, la obligación de producir menos CO2 y por tanto la de cambiar de coche con frecuencia, otra trola de cuidado como ya comenté en este Blog. Lo mismo sucede en los supermercados con cantidades ingentes de variedades de bebidas (la mayoría en botellas de plástico...otro problema de cuidado), o de cualquier otro producto.
El sistema económico capitalista se basa en el consumo desaforado de bienes de consumo, de los cuales un porcentaje alto son realmente innecesarios. Este consumo hace crecer la economía, que a su vez crea puestos de trabajo, que a su vez genera nuevas necesidades de consumo y así en un ciclo interminable, a no ser que una pandemia o guerra pare el ciclo. Después de la pandemia o la guerra -y tras un periodo duro para las personas- la economía vuelve a crecer y de nuevo se pone en marcha la rueda. A todo esto hay que unir que ese consumo se basa en su mayoría en la destrucción de recursos naturales y de los ecosistemas que albergan esos recursos, lo que ocasiona graves problemas de salud ambiental.
Tal vez, este "arresto domiciliario colectivo" de gran parte de la humanidad (unos 3.000 millones) nos haga reflexionar sobre los aspectos realmente importantes, y que el porcentaje de gente que ha echado de menos consumir sea minoritario. Aquí encerrados nos tenemos que dar cuenta que tener cuarenta camisetas no tiene sentido, que hay que consumir con cabeza, lo que realmente se necesita y a ser posible producido lo más cerca de casa. Bien es verdad que el consumo supone un acicate para el desarrollo de la humanidad y del ingenio, y que una cierta competitividad también. Pero debemos reflexionar sobre si poner en riesgo el planeta que nos sustenta merece la pena a cambio de ese consumo loco. Esperemos para ver que sucede cuando salgamos de esta situación........


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