La cultura del momento: sin razonamiento ni crítica

Estamos inmersos en una cultura del instante. Es decir, la capacidad de reflexión -lo que no deja de ser detenimiento- literalmente ha muerto. Cualquiera que navegue por las redes sociales lo puede comprobar. Alguien comparte un vídeo, que simplemente con unos pocos segundos de visualización calmada se comprueba que es falso, a pesar de ello este comienza a circular. Muchos lo vuelven a recircular, ya que se lo ha mandado su amigo de toda la vida o su "cuñao" que es muy de fiar, y la bola de nieve comienza a rodar, sin pausa, arrasando la verdad a su paso y dejando un camino de incertidumbre. Esto sería el reflejo de casi todo, incluso las noticias que nos llegan de la guerra en Ucrania. Muy poco es creíble, los periodistas del bando OTAN no son de fiar, los del Pacto de Varsovia mucho menos. Ya no hay noticias, no se sabe que ocurre en el frente, el periodismo se centra en la anécdota. El dramatismo más atroz se muestra en unos pocos segundos, para a continuación dar paso a una noticia -que es publicidad encubierta- sobre el último libro-tostón de la editorial propietaria de la cadena de turno. La reflexión y el análisis profundo ya hace tiempo que dejaron el periodismo, y con ello la aproximación a la verdad. Esta forma de actuar genera o bien una exaltación excesiva de sentimientos (lo contrario de la lógica y la razón) o la pérdida de credibilidad sobre la información. En fin, malo para el pensamiento racional, malo para las sociedades del fin de la historia (que diría Fukuyama) y bueno para las nuevas sociedades que tomarán el relevo de Occidente.