Gualda: el origen de la Mesta tuvo lugar en La Alcarria

El viajero se adentró en Gualda cargado de intriga. Los últimos días del otoño, ya cuando los días cortos y fríos presagian la llegada del invierno, le hicieron pensar en reyes sabios cazando, en grandes rebaños de ovejas, y en fin, en pasados llenos de actividad. Al llegar a la fuente de los cuatro caños, lo que el viajero encontró fue soledad, casas cerradas y apenas un par de chimeneas humeantes que intentaban a duras penas calentar algún hogar, pero el resto de Gualda ya estaba como el invierno que se avecinaba, frío y cansado, esperando la llegada de tiempos mejores.

Gualda es una localidad con historia, con un pasado importante, los gualdeños vieron pasar al rey Alfonso X El Sabio en 1273. El viajero ya había leído sobre este hecho, el rey sabio llegó a este pueblo alcarreño para hacer algo importante: crear el Real y Honrado Concejo de la Mesta. Es decir, poner por escrito lo que ya estaba en uso en aquellas fechas, los privilegios de los ganaderos castellanos sobre los agricultores. Y es que España se ha construido -y se continúa construyendo- sobre privilegios, unos se veían favorecidos y otros tenían que sufrir las consecuencias. A pesar de estas injusticias, la Mesta permitió a Castilla, y por tanto a España, ser uno de los reinos más importantes en los siguientes siglos, y es que las ovejas y su lana dieron mucha riqueza a estas tierras. Al Rey Sabio le debieron gustar los campos alcarreños, ya que utilizó sus montes en varias ocasiones para la caza. No es de extrañar, ya que los paisajes de La Alcarria combinan cromatismo y orografía diversa. Con el trascurrir de los siglos, Gualda fue perdiendo importancia. No obstante destaca su imponente iglesia del S. XVIII y alguna casa señorial, como la de José de Roja del S.XIX. Este siglo fue el principio de una importante decadencia para el municipio, ya que la guerra contra el francés y las sucesivas guerras carlistas destruyeron mucho de su bello patrimonio.

En su camino a la necrópolis visigoda que alberga Gualda, el viajero -para su sorpresa- encontró un rebaño de ovejas, de esas que hoy en día casi nadie quiere cuidar, tal vez por ser un oficio duro y mal pagado. Esa riqueza, en forma animal, que permite algo de ingresos a las maltrechas economías de los municipios agonizantes de la España olvidada y que tal vez, solo tal vez, puedan contribuir a parar la sangría de despoblación de estos lugares.









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