Avilés: industria y arte en una ciudad asturiana

Tras dejar a buen recaudo el coche en el aparcamiento de la Plaza de España de Avilés, el viajero asciende las escaleras para llegar a la siempre bienvenida luz natural. Lo primero que se encuentra es el impresionante ayuntamiento de la ciudad, una obra del S..XVII. Después, al girar la cabeza, más historia por todas las calles que mueren o nacen -según se mire- en esta plaza o este "Parche", como es conocido por los avilesinos a este conjunto que rompió el enclaustramiento de la antigua muralla. De Avilés destacan sus edificios coloristas, de galerías porticadas y soportales. Estos últimos tan útiles en regiones tan lluviosas, donde un descanso del orvallo es bien recibido por el viandante. Pero Avilés, a parte de un centro de indudable valor, tiene una larga historia. Ya desde la edad media se convirtió en un importante centro de almacenamiento de sal -ese oro negro del medievo- siendo el alfolí principal de Asturias y León. Pero más próximo en nuestros días se encuentra su gran desarrolló industrial, el cual se consolidó en los años 50 del pasado siglo, cuando el gobierno de Franco decidió instalar por esos lares la siderurgia de la empresa estatal ENSIDESA (Empresa Nacional Siderúrgica Sociedad Anónima). Para ello las dos márgenes de la ría de Avilés fueron regadas con edificios industriales. Esto causó la transformación de Avilés, cuya población se disparó y su fisionomía se transfiguró. Asociado a la industria se construyeron nuevos barrios y edificios para alojar a los nuevos trabajadores y a sus familias. Se construyó el poblado obrero de ENSIDESA en el barrio de Llaranes, típica construcción al estilo de los pueblos del Plan Badajoz pero esta vez con el aire industrial. Los trabajadores que poblaron estos barrios vinieron de esa España rural, que hoy llamamos vaciada, abandonando la dura vida agrícola y ganadera para abrazar el desarrollismo industrial. Unas cuantas décadas después sería bueno reflexionar sobre la mala política de apostar todo a una misma empresa. Pero no aprendemos, solamente hay que ver lo que esta pasando en el Mar Menor en estos últimos años. Volviendo a la industria pesada y a ENSIDESA, de esa empresa pública ya no queda nada (ahora escuchamos a algún dirigente político apostar por la creación de empresas públicas de electricidad, es decir imitar el más puro estilo franquista, solamente faltaría ver a sus respectivas parejas inaugurar un embalse o un alto horno al estilo Carmen Polo). Las multinacionales se han hecho con ella, y lo que es de una multinacional no es de nadie, ni de ningún país, es más bien un ser intangible y a la vez todopoderoso que determina en que lugares se crearán nuevos empleos (normalmente en zonas de bajos salarios) y en que zona se destruirán (normalmente en los de salarios más altos). No obstante, de todo ese pasado queda un patrimonio industrial importante que merece su conservación. Os dejo algunas imágenes del recorrido por el centro de Avilés.












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