Cielo de Medianoche (2020): proceso de redención que no convence

Hoy traigo una película reciente dirigida por el magnífico actor y también director George Clooney. "El cielo de Medianoche" es una película basada en la novela de Lily Brooks-Dalton "Good Moorning, Midnight". Básicamente se trata de una película de catástrofes junto con viajes interplanetarios y problemas paternofiliales. Sí, todo junto y mezclado, además agitado y revuelto para disgusto de nuestro agente secreto más conocido.

Explicaré la trama con el final. El mundo llega a su fin en 2049 (no queda nada para eso y lo que cuenta la película puede ser perfectamente creíble, esto es lo más preocupante de la película....). George Clooney (el Dr. Augustine Lofthouse) se encuentra en el Ártico en una misión científica, su estado de salud es terminal y mientras el resto de compañeros se marchan a sus casas para pasar los últimos días con sus familias, él en su infinita soledad (física y sentimental) se queda a esperar el final. Pero antes tiene una misión: contactar con la nave Ether K-32 procedente del nuevo satélite descubierto en Júpiter y que es perfectamente habitable por el hombre (vamos es un candidato a ser destruido por el Homo sapiens, que eso se le da bien). El satélite fue descubierto por nuestro protagonista en sus años mozos. Los tripulantes de la nave no saben que la Tierra ha sido afectada por un grave desastre ambiental que hace irrespirable su atmósfera. Hasta aquí el argumento es bueno e interesante, los primeros minutos algo lentos pero te mantienen con el interés. Después comienzan los problemas de la película, a través de flashbacks (lamentables en todo los sentidos, el actor que hace de "el joven George" es un auténtico pavisoso) nos muestra como el científico tiene una pareja, con la que tiene una hija, pero a ambos les hace menos caso que a su querido satélite de Júpiter y la cosa termina en divorcio sin conocer a su hija. Para liarlo más, George descubre que no está solo en la estación científica, una niña también se ha quedado. El espectador, que ya ha visto alguna que otra película, se le pone la mosca en la oreja con esto de la niña, pero lo dejamos pasar por un rato. George y la niña emprenden un viaje más al norte (poco creíble por las duras condiciones para un enfermo terminal y una niña pequeña) en la búsqueda de una antena más potente para contactar con la nave y avisarles del final. Luego el guionista nos toma el pelo, ya que una alucinación (la niña) no puede actuar sin que el alucinado (George) esté en escena, y esto es uno de los graves engaños al espectador.

Interesante las escenas espaciales de regreso a casa. Para mi gusto y tras dos años fuera, las imágenes de astronautas happy life e incluso con embarazo son poco creíble. Pero hay algo de acción e interés en este periodo de viaje espacial. Tras esto, llega la redención final. Sí, seguro que muchos lo podéis pensar, la niña que ve George es una alucinación, en realidad es su hija de pequeña. Hasta aquí puede tener un pase, un hombre es sus últimos momentos intenta rectificar sus errores del pasado. Lo peor es que la astronauta de la nave es también su hija de mayor y finalmente se conocen. El padre consigue convencerla para volver a K-23 con su pareja (serían un Adán y Eva para la humanidad, lo que no sabe el guionista es que el nivel de endogamia de la futura humanidad será tan elevado que desde el punto de vista biológico la humanidad ya está extinta...). Demasiada casualidad, demasiado pasteleo final. Lo bueno de la película es la interpretación de George Clooney y el correcto hacer como director, tal vez lo peor sea querer meter muchas cosas en el mismo saco de forma un tanto chapucera.





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