Hay películas que marcan, pueden ser por diversas causas, finales impactantes, tramas ingeniosas, etc. y luego están las películas en las que Robert Mitchum hace de malo, y una de ellas es El Cabo del Terror (1962), dirigida por J. Lee Thompson. Esta es un clásico del cine de suspenso protagonizado por Gregory Peck y el siempre magnífico Robert Mitchum. La película narra la historia de Sam Bowden (Gregory Peck), un íntegro abogado de un tranquilo pueblo que se convierte en el blanco de Max Cady (Robert Mitchum), un criminal recién liberado de prisión tras cumplir una condena de ocho años. Cady busca vengarse de Bowden, ya que para él el abogado ha sido el culpable de su condena. Cady desata un juego psicológico y violento contra él y su familia que nos arrastra durante toda la película. La actuación de Robert Mitchum como el implacable Max Cady es el elemento más importante de la película. Mitchum crea un villano perturbador y ambiguo, con una conducta extremadamente violenta y un acoso sistemático a la familia y al propio abogado. Este, por su parte, representa la integridad y la moral, papel que tan bien se le da a Gregory Peck, como bien hemos visto en su magnifica interpretación en Matar a un Ruiseñor (estrenada el mismo año).
La película explora temas de moralidad, justicia y el límite de la ley. El Cabo del Terror plantea una reflexión sobre cómo las figuras representativas de la ley y el orden pueden llegar a extralimitarse al tratar de defender a sus seres queridos cuando las instituciones fallan. El personaje de Bowden, abogado y figura de la ley, se enfrenta a un dilema moral al considerar aplicar medidas ilegales para proteger a su familia, desafiando sus propios principios éticos. Visualmente, el blanco y negro de la película es extraordinario, enfatizando el tono sombrío y psicológico del filme, logrando con ello una atmósfera de angustia que envuelve al espectador. La tensión y la violencia están implícitas, lo que ayuda a que la narrativa se enfoque más en la amenaza psicológica que en la acción física directa. Por desgracia, el cine actual ha perdido esta capacidad. Tal vez el final no sea redondo, pero no diré nada mara no reventar la película. Imprescindible.
En conjunto, El Cabo del Terror es un thriller que destaca por su atmósfera y la intensidad de sus actuaciones. La película es una pieza que invita a la reflexión sobre los límites de la justicia personal y la fragilidad de la moral cuando se enfrenta a amenazas extremas. Aunque algunos elementos del guion pueden resultar simplistas en comparación con versiones modernas, El Cabo del Terror sigue siendo un referente en el género de suspenso y un recordatorio de las dualidades en los conceptos de justicia y venganza.
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