Rollos y picotas: historia del privilegio de impartir justicia

Resulta curioso como en algunos municipios españoles (y de otros países como Portugal o algunos países de Latinoamérica) hay -normalmente a la entrada del municipio- unos monumentos denominados picotas o rollos. La leyenda cuenta que servían para ajusticiar a los asesinos y que sus cadáveres colgaban de ellos durante días para escarnio público. En realidad, estos monumentos tenían un significado: el municipio que lo tenía a su entrada o en su plaza había alcanzado el villazgo y por tanto podía administrar justicia en nombre del rey y del pueblo que él representaba. Por tanto, si se utilizaban para castigar a los malhechores, pero solamente para los que habían cometido delitos "menores". En ellos no se ejecutaba a nadie, para eso se utilizaba la horca (para villanos) o el cadalso (para los nobles).
Estos monumentos tuvieron su esplendor entre los S. XVI y S.XVIII, siendo las picotas normalmente de madera con argollas, garfios, o cadenas, y los rollos de piedra, siendo estos últimos símbolos jurisdiccionales. Pero durante el S. XIX ocurrió una gran metedura de pata (como tantas otras en este siglo en España) que consistió en que las Cortes de Cádiz promulgaron la destrucción de los rollos y picotas por considerarlos símbolos del vasallaje. Muchos municipios cumplieron con el mandato liberal y otros no, gracias a esta desobediencia conservamos algunos de estos monumentos. Ya en el S.XX, exactamente en 1963, un Decreto puso en su justo valor a las picotas, teniendo los municipios la obligación de su cuidado y mejora. Os dejo algunas fotos de los rollos de El Olivar y de Alocén, ambos en la provincia de Guadalajara.

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