El cine de zombis o muertos vivientes (o variantes de infecciones víricas) es tal vez uno de los subgéneros dentro del cine de terror más estimulante para los espectadores amantes del terror distópico. Desde la pionera "White Zombi" (1932) (La legión de los hombres sin alma) de Victor Halperin, son muchas y muy buenas (y también terriblemente malas) las películas del género. George A. Romero en sus magníficas Night of the Living Dead (1968) y Dawn of the Dead (1978) dio al género el empujón que necesitaba. La película que os traigo hoy es una variante coreana sobre el cine de zombis, en este caso de infectados rabiosos, que supone tal vez una de las mejores de los últimos años. Su director (el coreano Yeon Sang-ho) ha sabido darle a la película varios componentes que la hacen una gran película. Empecemos con ella.
Los tres primeros minutos de la película ya prometen al espectador una cinta fuera de lo común. Un hombre en su camión es parado por un grupo de hombre con trajes blancos y mascarillas para desinfectar su camión, una pequeña fuga sin importancia -como siempre "sin importancia"-, después el conductor atropella un ciervo. Se va y deja el cuerpo ensangrentado en el asfalto.... Al principio estamos con un ritmo pausado, hay una presentación de personajes, con sus problemas detrás. El espectador va entendiendo a cada uno de los protagonistas y esto es bueno, esto hace que el cine sea cine y no un grupo de acróbatas dando saltitos. El espectador empieza ha intuir que algo malo está sucediendo en Corea del Sur, pero no termina del todo de saber qué es. Los dos protagonistas principales (padre e hija) cogen el tren para ver a la madre de la niña, que es la ex del padre (dos papelones, el padre por parte del actor Gong Yoo y la hija, especialmente buena su interpretación, por parte de Kim Soo-an). Gran parte de la acción se desarrolla dentro de un tren de alta velocidad, sí en un tren, y esto hay que saber rodarlo muy bien para que quede creíble. El director lo consigue, acción trepidante dentro de los vagones infectados de rabiosos seres sedientos de sangre humana. Estamos ante personajes normales, sin armas (como suele ser últimamente este tipo de películas, lo que le resta credibilidad), que tienen que luchar con sus propios medios e imaginación contra un peligro nuevo y mortal. Además, el ambiente claustrofóbico del tren continúa cuando los protagonistas salen de él. Dentro del grupo de humanos no infectados surgen las tensiones típicas del cine de catástrofes, destacando el papel de ruin y cobarde Yong-Suk (el actor Kim Eui-Sung), lo hace tan bien que todos estamos deseando que se lo coma un zombi, magistral. La acción es frenética, pero gracias a la combinación de momentos dramáticos, hace que la película no sea solamente acción, hay una historia de personajes rotos, de crítica social a un sistema deshumanizado. En esto bebe de las grandes obras de George A. Romero. Merece la pena verla, son 180 minutos en los que uno no despega los ojos de la pantalla. La precuela es cine de animación (Seoul Station, 2016) y hay una segunda parte, Península (2020).
-¿Tú no tienes miedo?
-Claro que sí, también estoy asustado.
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